"Ese grandote que mece la ternura en mi, la, re y sol, contrabajea un beso en el viento". Por su tamaño debería ser el rey de las cuerdas, pero lo suyo es el bajo (valga la redundancia) perfil, el estribo donde los otros se apoyan para lucirse. Una música sin su presencia en la base rítmica queda algo huérfana de profundidad, como un corazón sin latidos. Y cuando el pizzicato le da paso al despliegue del arco se abre un universo aterciopelado.
Al leer el título de este CD, se piensa que se va a encontrar tangos con arreglos vanguardistas, pero al correr de los tracks se descubre música con un poco de tango adentro. A través de trece composiciones, algunas de su autoría, Juan Pablo Navarro recorre las infinitas voces del contrabajo, a dúo con los pianistas Nicolás Guerschberg, Juan Carlos Cirigliano, Abel Rogantini, Cristián Zárate, Juan Esteban Cuacci y Diego Schisi, el bandoneonista Néstor Marconi y el guitarrista Esteban Falabella.
Climas de jazz a lo Bill Evans o Keith Jarrett, aromas impresionistas o disonantes construyen mundos poéticos, de ensoñación, de nostalgia, urbanos, enigmáticos. "Contratango", "Incompatible" y "Canción para Betty" (parece una declaración de amor en cuatro cuerdas) muestran también el perfil compositivo de Navarro que dibuja todos los latidos posibles del contrabajo en su "Cadombass", un solo de su autoría. "Contratangos" permite zambullirse en las pulsaciones y caricias musicales de un instrumento, cuya voz semeja la de un padre o un abuelo mimando el alma de un niño. Sin duda, uno de los mejores discos editados en los últimos tiempos.